miércoles, 16 de enero de 2013

La glotonería de Enrique VIII

Ya hemos conocido un poquito la forma de alimentarse en la época de Enrique VIII, incluso hemos podido ver alguna de sus recetas. Pero ahora vamos a conocer más a fondo como afrontaba el rey una de sus mayores pasiones: comer.
Enrique VIII de Inglaterra ha pasado a la historia por haber sido uno de los monarcas más glotones que se conocen. Los retratos de él no han podido ocultar la desenfrenada gula de un hombre que nunca bajó de los 100 Kgs. de peso.
Enrique VIII padeció un accidente en el curso de una justa en el 1536, que le provocó la reapertura de una anterior herida sufrida en una cacería y le incapacitó para hacer ejercicio físico que tanto le gustaba, lo que también influyó en su obesidad.
Por culpa de los dolores atroces que sufría, centró su atención en la comida hasta niveles alarmantes. Con todo ello, la gordura se apoderó del monarca, hasta padecer obesidad mórbida, diabetes y gota.
El rey se vio pronto obligado a hacer uso de un bastón para poder caminar. Cuando ya no bastó el bastón, se tuvo que recurrir a inventos mecánicos para poder desplazar al monarca de un lado a otro, incluso para sacarlo de palacio a través de alguna que otra ventana ya que por algunas puertas no cabía, con ayuda de poleas y hombres forzudos, así como ara ensillarse en su montura..
La operación de fajarle el abdomen, requería del concurso de varios ayudas de cámara, dándose el caso de hacerlo mientras llevaba a cabo una de sus interminables desayunos.
A estos banquetes asitían como invitados algunos cortesanos, que acababan con el rey bajo las mesas, ebrios y ahítos hasta perder el sentido.
El rey comía en cualquier lugar, y adquirió el hábito de lavarse las manos con agua perfumada antes de llevarse los alimentos a la boca, lo que fue muy admirado por sus súbditos.
El monarca Tudor no reparaba en los peligros del exceso de comida hasta que, hinchado y jadeante, se dejaba caer en su lecho especialmente reforzado.
Pero incluso la glotonería de Enrique VIII fue puesta a prueba durante un banquete celebrado en Hampton Court, su palacio de las afueras de Londres, el día de Año Nuevo de 1541. Para conmemorar su matrimonio con Catalina Howard, la quinta de sus seis mujeres, el soberano ordenó a los cocineros y sirvientes que preparasen un banquete compuesto de 60 platos diferentes.
Excepto las fresas, a las que eran un gran aficionado, Enrique VIII no tomaba frutas, verduras ni hortalizas...
Se bebía unos cinco litros de cerveza diarios. Y consumía 20 gramos al día de sal.
Los excesos cometidos en estos banquetes tuvieron consecuencias nefastas para la salud de Enrique VIII. Por recomendación de su médico, intentaba comer y beber menos, pero la tentación de la comida sabrosa era más fuerte que él.
Estudiando las diferentes armaduras reales confeccionadas a la medida de la humanidad del soberano (183 cm de estatura - la media británica entonces era de 165 cm), observaron que las empleadas en los primeros años de su reinado tenían 81 cm de cintura y 99 cm de pecho.
Recordemos que en la actualidad, la circunferencia abdominal se considera un valioso indicador del riesgo cardiovascular de un individuo. Para los varones, lo recomendable es que se sitúe por debajo de los 94 cm...
A partir de los 40 años, la estructura corporal de Enrique VIII cambió progresivamente desde un cuerpo atlético a una obesidad manifiestamente patológica. Continuando con la valoración de sus armaduras, las últimas que pudo haber empleado medían 132 cm de cintura y 135 cm de pecho. Antes de fallecer, llegó incluso a alcanzar los 137 cm de perímetro abdominal...

 
                                      

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Comía cómo gueón, seguro que cuando cagaba, le tenían que pasar una escalera pa bajarse del churro

      Eliminar
    2. recomiendo ver la serie THE TUDORS

      Eliminar
  2. mas gordo que la concha de su madre

    ResponderEliminar
  3. mas gordo que yo jajajajjaj

    ResponderEliminar